El acrónimo es el
uso de la palabra que se forma a partir de las letras iniciales de un nombre compuesto
y a veces por más letras, sin embargo, debe ajustarse a las reglas fonológicas
de la lengua que se utiliza, por ejemplo
SIDA por síndrome de inmunodeficiencia adquirida.
Los acrónimos se
han ido popularizando en los últimos tiempos, de forma que en la actualidad su
uso es generalizado, si bien son todavía más frecuentes en los lenguajes
técnicos utilizados en las especialidades profesionales, como medicina,
informática o ingeniería, asi como en los nombres de organizaciones y
compañías.
En sí mismas, las
siglas y las abreviaturas no forman palabras nuevas: se trata de reducciones gráficas
que, en principio, tienen lugar sólo en la escritura pero no en la lengua oral.
Sin embargo, a menudo sucede que el uso de la abreviatura se acaba extendiendo
también a la lengua hablada: en lugar de
pronunciar la expresión completa se pronuncian solamente las partes resultantes.
Se produce de esta manera un acrónimo o palabra nueva formada a partir de los
acortamientos de otras.
Esto es lo que
sucede con palabras como Ave, Unesco,
Renfe, Talgo, Uned, ovni (objeto volante no identificado), Gestapo
(GEheime STAats POlizei), Unesco (United Nations Educactional
Scientific and Cultural Organization)
(Organización de
las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y algunas otras
más que han pasado a pronunciarse en la lengua oral como palabras independientes
y se ha olvidado su origen de siglas.
Entre los acrónimos
que dan lugar a un nombre, el ejemplo más famoso, es el de los primeros
cristianos que, perseguidos por paganos, dibujaban sobre las paredes un pez,
era como decir Jesús, en secreto. La palabra griega ichthys significa
pez y estaría formada por las iniciales de la frase griega Iesus Christus
Teu Uos Sote, que quiere decir Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Salvador.
Bibliografía
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